La realidad sobre la fibromialgia y el síndrome de la fatiga crónica en España
Los afectados por ambas enfermedades viven en silencio su sufrimiento y ascienden a más de un millón en España
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Según muchos expertos, en España falta cierto grado de concienciación con la realidad sobre la fibromialgia y el síndrome de la fatiga crónica, tal y como vamos a saber a continuación.
Tanto la fibromialgia como el síndrome de fatiga crónica son enfermedades que afectan al 4% de la población a nivel global, quiere decir que, solo en España, más de un millón de personas se ven afectadas por este trastorno crónico mucho más frecuente de lo que se cree y, por desgracia, demasiado desconocido.
La fibromialgia y el síndrome de la fatiga crónica
Para quien no conozca los problemas de la fibromialgia y el síndrome de la fatiga crónica, es importante informar que afectan, ambos dos, a la calidad de vida de las personas que la sufren en grado sumo.
Por una parte, encontramos que la fibromialgia es provocada por una mala interpretación del cerebro de los estímulos que recibe. Este trastorno se traduce en la recepción de señales de dolor por estímulos que cualquier otra persona percibiría como agradables.
Una persona que sufre fibromialgia puede sentir dolor por la más mínima presión. Desde un abrazo hasta un beso pueden ser señales dolorosas para el paciente que, en casos graves, puede sufrir episodios de dolor intenso.
Por su parte, el síndrome de fatiga crónica, tal y como su nombre indica, puede provocar fatiga constante, su síntoma más relevante. En este caso, no es cansancio temporal, sino constante, hasta el grado de que, cualquier actividad que desee hacer el paciente, se convierte en una imposibilidad total, especialmente en grados muy elevados de afectación.
El problema de ambas enfermedades, en especial en España, es que no se entienden fácilmente. Los síntomas aparecen de forma imprevisible y no evolucionan de manera constante y con la misma intensidad, por lo que no se suelen ver como afecciones severas.
Los afectados, a primera vista, se observan bien, incluso sanos. Sin embargo, cuando sufren episodios graves de afectación, acaban por recluirse en casa, por lo que pierden visibilidad a los ojos de la sociedad, que no presta su apoyo en esos momentos en que más lo necesitan, hecho que hace que se les perciba como invisibles a pesar de ser más de un millón de afectados.
Además, estas enfermedades son difícilmente tratables. A sus síntomas principales se añaden otros complejos. Así pues, es básico el diagnóstico precoz para que la persona no pierda un grado elevado de calidad de vida. Y ello solo se consigue visibilizando a los afectados para que evolucionen correctamente y sean comprendidos como se merecen.
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